Las actuales migraciones humanas son el nomadismo del siglo XXI. La emigración es un fenómeno complejo que tiene una base biológica muy simple: la búsqueda de unas mejores condiciones de vida dentro en un contexto cultural determinado y distinto al lugar de origen; las mismas motivaciones que encontramos en el nomadismo. La gente simplemente no se resigna y emigra. De hecho, en zoología lo que hay que explicar no es por qué los animales migran, sino por qué terminan por fijarse en un lugar específico de manera más o menos permanente, lo normal es migrar. Desde el origen de la Humanidad el Homo Sapiens Sapiens ha huido por todo el planeta de la miseria, de las enfermedades, de los cambios climáticos, del hambre, del hacinamiento, de la falta de oportunidades y recursos, de las persecuciones, de las guerras, de los conflictos étnicos… huyen, en definitiva, de unas condiciones adversas para sobrevivir como lo haría cualquier animal.

No deberíamos olvidar que todos somos descendientes, en ultima instancia, de viajeros, de nómadas, de inmigrantes que en su día, quizás hace miles de años, salieron de las tierras que habitaban para buscar un futuro mejor. Además, los europeos hemos sido el pueblo más migrante de la historia: desde el siglo XVI, primero vinculados a los procesos de conquista de América y después, desde el s.XVIII hasta el s.XX, a través de la colonización en América, África y Oceanía. Primero fuimos a la conquista y rapiña de otros pueblos, después fuimos a colonizar y establecernos en las tierras de esos pueblos previamente expoliados y muchas veces expulsados o exterminados, dando todo ello como resultado la creación de nuevos países con base cultural europea, tras desvincularse estos de sus metrópolis, como es el caso de Estados Unidos, Argentina, Sudáfrica y Australia entre otros. Más tarde, durante la segunda mitad del siglo XX, después de la Segunda Guerra Mundial, se dará la última gran migración de europeos hacía sus antiguas colonias huyendo de la pobreza y la destrucción sembradas por la guerra, como fue el caso de un gran contingente de italianos hacia Estados Unidos o de españoles hacía Argentina.

Desde hace décadas los niveles de vida en muchos países de África, Asia y América Latina son demasiado bajos para satisfacer las necesidades básicas de una existencia digna, a la que todos los seres humanos aspiramos y tenemos derecho. Todo ello ha generado que desde finales del siglo XX y principios del XXI haya una gran oleada migratoria desde el mundo empobrecido hacía los países enriquecidos. Esto ocurre en gran medida por la mejora de las comunicaciones y el transporte, que facilitan la movilidad por todo el planeta a precios asequibles. Otro factor clave es que Occidente proyecta un constante marketing de prosperidad sobre el resto del mundo, explicitando su bienestar y su apabullante riqueza a través de Internet, de la TV y del cine, una proyección indirecta de expectativas de una vida mejor que se convierte en un efecto llamada irresistible para todas aquellas personas de los países empobrecidos.

Y por último, y muy importante, los países de origen de este nomadismo del siglo XXI no son pobres, sino que son países empobrecidos, el mundo rico -nosotros- ha fomentado su pobreza y su caos político y social para esquilmar sus recursos naturales y humanos. En el pasado les conquistamos y rapiñamos por las armas, ahora les manejamos y dominamos económicamente a través de gobiernos corruptos y títeres puestos por los gobiernos y las grandes corporaciones occidentales. La inmigración es la reacción inevitable y lógica ante nuestro imperialismo económico, si generamos desequilibrios fuera de nuestras fronteras tarde o temprano el oleaje de esos desequilibrios también lo sufriremos dentro. Le pasó lo mismo al Imperio Romano y todos sabemos lo que terminó pasando.